Formación y empleo: Dos grandes desafíos para las personas refugiadas
Con la cifra de 120 millones de personas refugiadas y desplazadas en el mundo, según el más reciente informe de la ONU, este 20 de junio, Día Mundial de las Personas Refugiadas, desde Pueblos Unidos y Entreculturas, unidas en la campaña de sensibilización SOY ACOGIDA, destacamos la necesidad de una sociedad más integradora y empática con las situaciones que viven las personas refugiadas y abogamos por el fortalecimiento de políticas más inclusivas y de un apoyo institucional más fuerte para facilitar la integración de las personas refugiadas y desplazadas.
Al mismo tiempo, creemos que es necesario una mayor flexibilidad en el acceso a la educación, la formación para el empleo, la homologación de títulos y un acceso más fácil a los programas de empleo que tomen en cuenta las circunstancias únicas que atraviesan estas personas.
Las personas refugiadas se encuentran con una serie de obstáculos al intentar acceder a una educación de calidad y a empleos dignos. La homologación de títulos extranjeros en España puede ser un proceso largo y complicado, lo que retrasa o impide la continuación de sus estudios. Además, muchas personas refugiadas deben aprender español desde cero, lo que añade una capa adicional de dificultad a su integración académica.
“El acceso al empleo de las personas refugiadas es un desafío en el que tienen que superar barreras, una tras otra. Esto frena su integración”, afirma Natalia Padrón, del Área de Formación y Empleo de Pueblos Unidos. “Sin embargo, como sociedad tenemos la clave para esta integración. Su interés también es el nuestro, ya que buscan enriquecer la sociedad que les acoge con su experiencia, conocimientos y motivación”, agrega Natalia.
La barrera del idioma, la falta de reconocimiento de sus cualificaciones profesionales y la discriminación laboral son problemas comunes. Muchas personas se ven forzadas a aceptar trabajos por debajo de su nivel de cualificación y experiencia, lo que no solo afecta su desarrollo profesional, sino también su autoestima y bienestar general.
“Una sociedad diversa siempre es una sociedad más próspera. Trabajando buscan aportar. Por eso nosotras, como sociedad, debemos entender el empleo como un catalizador de la integración de personas refugiadas”, agrega Natalia. “Debemos eliminar las barreras que les impiden a estas personas llevar una vida digna y cumplir con sus expectativas”, concluye.
En este sentido, desde Pueblos Unidos y nuestro centro de formación Padre Rubio, hemos fortalecido los programas de formación para el empleo y los talleres de orientación laboral para brindar herramientas útiles a las personas refugiadas y migrantes para su plena inclusión en la sociedad española.
En el Día Mundial de las Personas Refugiadas, y en el marco de la campaña SOY ACOGIDA, sigamos promoviendo una sociedad de acogida, hospitalidad, justicia social, inclusión y solidaridad, para que todas aquellas personas que llegan a nuestras fronteras gocen de mejores oportunidades y construyan un futuro mejor para ellas y para nuestra sociedad.